A partir del momento en que las posibilidades que considero no están rigurosamente comprometidas por mi acción, debo desinteresarme, porque ningún dios, ningún designio puede adaptar el mundo y sus posibles a mi voluntad. En el fondo, cuando Decartes decía: "vencerse más bien a sí mismo que al mundo", quería decir la misma cosa: obrar sin esperanza.
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