1.- Hueso de la buena suerte de pollo o de gallina, reseco, opaco, de color amarillo que en sus ramas parece hecho de madera, posiblemente remanente de los años durante los que la comida era mejor en este lugar y durante los que yo seguramente abrigaba la esperanza de que mi vida cambiaría, o de lo contrario me lo hubiese comido (me encantan los huesos). Por otro lado, podría ser de los años anteriores a mi persona. Este cuarto no olía al principio -¿el principio?- mal. Con el paso del tiempo empezó a contaminarse con los olores que despiden la degradación de las cosas, objetos, residuos que yo tiraba y todavía tiro debajo de la cama porque no tengo otro lugar para hacerlo y muy mal pulso cuando trato de hacerlo por la ventana -y al que hay que agregar el olor que despedimos todos los viejos, mezcla de secreciones anales, nasales, orina, flatos y en mi caso, el sudor frío y pegajoso que con frecuencia transpiro por las noches-... ¿Tuberculosis?...
La puerta. No. ¿Se cerró? Tampoco. El pequeño inventario de sorpresas es más interesante y apenas abre... Lo de siempre: se fue la luz otra vez, otro apagón, alguna nave espacial...
Estos apagones, Margarito, van a terminar con el país si siguen ocurriendo todas las noches y por tantas horas. Nos vamos a quedar sin suelo patrio, ya verás, una mañana te vas a levantar de la cama y cuando te pares, te vas a ir en un hueco sin fondo. Nos van a dejar sin nada. Se robaron todas las canoas de esta casa, los bombillos de afuera, el portón principal y la bola redonda y de piedra hecha en el Japón que habíamos puesto en la entrada. ¿No me crees? Asómate por la ventana... Tenemos que hacer algo, Margarito. Mira, llámame al Nacho inmediatamente. ¿Qué dices? ¡Nuestro jefe de policía tiene días de esperarme en la antesala! No te creo. Ya puso hasta una cama en ella para dormir por las noches, ¡qué hombre más leal!, pásalo ahora mismo... Nacho, ¿cómo has estado? Un momento: ¿que haces en camiseta y calzoncillos?
-Anoche, durante el apagón, se me ocurrió salir a comprar unos cigarros. Me lo robaron todo, hasta el uniforme y la pistola.
-Nacho, esto no puede seguir así, tenemos que hacerle frente a la crisis de frente e inmediatamente. Hazme un favor.
-Lo que usted diga, su excelencia.
-Llama al Chavo del trece y su Legión del Caribe.
-Ya mismo, jefe, pero primero dígale a su amanuense y secretario de prensa que me consiga ropa.
-¿De teniente o coronel?
-Ya que estamos aquí encarando otra emergencia, más seria que las otras, súbame el rango y se lo voy a agradecer muchísmo en nombre propio, de mi señora y mis hijos.
-Desde hoy en adelante eres general de división. Anota, Margarito, fírmese y acátese...
La puerta. No. ¿Se cerró? Tampoco. El pequeño inventario de sorpresas es más interesante y apenas abre... Lo de siempre: se fue la luz otra vez, otro apagón, alguna nave espacial...
Estos apagones, Margarito, van a terminar con el país si siguen ocurriendo todas las noches y por tantas horas. Nos vamos a quedar sin suelo patrio, ya verás, una mañana te vas a levantar de la cama y cuando te pares, te vas a ir en un hueco sin fondo. Nos van a dejar sin nada. Se robaron todas las canoas de esta casa, los bombillos de afuera, el portón principal y la bola redonda y de piedra hecha en el Japón que habíamos puesto en la entrada. ¿No me crees? Asómate por la ventana... Tenemos que hacer algo, Margarito. Mira, llámame al Nacho inmediatamente. ¿Qué dices? ¡Nuestro jefe de policía tiene días de esperarme en la antesala! No te creo. Ya puso hasta una cama en ella para dormir por las noches, ¡qué hombre más leal!, pásalo ahora mismo... Nacho, ¿cómo has estado? Un momento: ¿que haces en camiseta y calzoncillos?
-Anoche, durante el apagón, se me ocurrió salir a comprar unos cigarros. Me lo robaron todo, hasta el uniforme y la pistola.
-Nacho, esto no puede seguir así, tenemos que hacerle frente a la crisis de frente e inmediatamente. Hazme un favor.
-Lo que usted diga, su excelencia.
-Llama al Chavo del trece y su Legión del Caribe.
-Ya mismo, jefe, pero primero dígale a su amanuense y secretario de prensa que me consiga ropa.
-¿De teniente o coronel?
-Ya que estamos aquí encarando otra emergencia, más seria que las otras, súbame el rango y se lo voy a agradecer muchísmo en nombre propio, de mi señora y mis hijos.
-Desde hoy en adelante eres general de división. Anota, Margarito, fírmese y acátese...
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