martes, 15 de mayo de 2007

Ha de haber sido en la década de los...

El vacío de mi vida se ilumina a veces con luz propia cuando me imagino que mis padres sólo me hicieron bien y que mi vida fue una de provecho, de respeto al prójimo como a mí mismo. Después leo los periódicos que vienen a dar aquí no sé cómo ni cómo no y entonces se me ocurre que fui un criminal, un ladrón, que asesiné a alguien, o que fui presidente de la República, ¿por qué no?... A veces imagino que fui un profesional de fortuna que recorrió el mundo, que tuvo muchas mujeres y muchos hijos. ¿Dónde están mis hijos, mis mujeres, mi fortuna? Quizás fui muy famoso, respetado, poderoso y la vida y mis amigos y mis enemigos, llenos de envidia, terminaron traicionándome, pidiéndome que renunciara a la presidencia de la República, nada menos, nada más, yo que no había hecho nada menos ni nada más que repetir lo que habían hecho todos mis antecesores, robar, aprovechar mi posición, mi prestigio para hacerme de bienes materiales, conquistar mujeres, lo de siempre, lo de toda la vida, pero viene el envidioso del ministro de salud al que no le caigo bien desde ya no sé cuando y empieza a decirle a la gente de su ministerio que yo me estaba aprovechando de la silla presidencial para recuperar lo que había perdido en mis campañas presidenciales; tengo que reconocer, no lo niego, que mi camino, mi caminata hasta el puesto más elevado del país fue tortuosa, larga y dolorosa, pero eso son chispas del oficio, cualquiera que se meta en política sabe, a no ser que sea un tarado, que la senda hasta el máximo pináculo de la fama nacional es escabrosa, parada, que cuesta subir, que cuesta mucho dinero, muchos dolores, muchas desveladas y la enemistad de los que, queriendo aniquilarnos, nos acusan de usureros, comunistas, que además de comunista era fascista, que yo le limpiaba el culo a los gringos y a Fidel, a Fidel, así como lo oyen, estimados señores ciudadanos de la República libre e independiente, soberana, yo, que como ustedes saben siempre le he dado la espalda a todas las tiranías del continente, a Pinochet, Somoza, Amín, Ríos Montt, a todos los otros, yo que le prometí a mi difunta y santa madre jamás poner un pie en la isla del déspota porque, vuelvo a repetir, como ya lo he dicho en tantas otras ocasiones, jamás viajaré a La Habana mientras el tirano esté vivo. Gracias, gracias, la gente aplaude, empiezan a recuperar la fe perdida... corolario de la campaña de desprestigio montada por el ministro de salud y algunos de sus colegas, el ministro del exterior, un hombre que no sabe escribir, que escribe todavía con b larga aunque ya estoy cansado de corregirlo, cree que Israel está en Asia, Asia en la India, pero en dónde se ha visto, y así y todo se permite calumniarme, yo que le respeto a la mujer porque la verdad es que está muy gorda, Margarito, no es mi tipo, a mí, como bien sabes, me gustan las flacas y rubias tirando a pelirrojas, como la mujer del ministro de salud que yo jamás me cogí por respeto, Margarito; a la que sí me forniqué fue a su sobrina, una hembra que vino a verme casi para finalizar la campaña que me abrió las puertas de la casa presidencial, un viernes por la tarde, de moda, media borracha, los ojos rojos de la marihuana, cachonda, se le salía por los ojos, me dijo sin preámbulos que estoy a sus órdenes, cuando y como usted quiera, en la posición que usted elija, le dije, hija, de cuatro patas, en el suelo y me comí el mandado porque uno, Margarito, es de carne y hueso y lo que se han de comer los gusanos que se lo coman los humanos, no hay derecho que un culo limpio y hermoso de sobrina de ministro de salud se vaya al hueco sin darme gusto a mí que le he demostrado a todos ustedes, hermanos en nuestro Señor Jesucristo, que cuando se trata de la patria, no hay nada que me detenga en el cumplimiento del deber, ni el derrame de mi propia sangre, gracias, gracias por los aplausos pero permítanme continuar; de ahora en adelante, lo declaro desde esta tribuna a las tres de la tarde del día de hoy, prohibida la entrada en la casa presidencial, y en su ministerio, al ministro de la sobrina satisfecha y feliz con sus prebendas y al ministro del exterior, exterior es con x, cómo se le ocurre a usted hablarle al pueblo del esterior con s... Le prohíbo terminantemente que me hable. A los otros maricones que aspiran al poder, que quieren esta silla para metérsela en el fondillo o para alguien que les tolere su ineptitud, su falta de visión, conocimiento, déjenme que les diga que estoy listo a defender mi posición, esta butaca, con lo que sea... Fírmese y acátese. Acércame el papel Margarito, para ponerle mis huellas táctiles y mi chayotera... Gracias.

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