Hay que admitir en principio que cuanto más violentas son las pasiones, más necesarias son las leyes para contenerlas: pero además de que los desórdenes y los crímenes que causan todos los días entre nosotros nos muestran bastante la insuficiencia de las leyes a este respecto, sería conveniente examinar si estos desórdenes no han nacido con las leyes mismas, porque entonces, aunque fueran capaces de reprimirlas, como mínimo habría que exigir que pararan un daño que no existiría sin ellas.
Rousseau
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