Durante mucho tiempo, he buscado personas que fueran moderadamente o tremendamente felices consigo mismas, que lucharan por todo aquello, que según ellas, mereciera la pena el esfuerzo, que apreciaran la sonrisa como algo muy profundo y serio, que sintieran el silencio como el diálogo más rico en algunos momentos, que buscaran enriquecer sus vidas con la presencia de otro al que no tuvieran interés en cambiar o limitar, que fueran capaces de alegrarse de mis humildes triunfos y de apoyarme en mis más o menos profundos y aparentes fracasos, que no se mostraran demasiado indiferentes ni protectores, que trataran de dejar al otro por lo menos tan rico como era antes de encontrarlo, que sin pretender dar lecciones de sabiduría, ayudaran a aprender y descubrir lo más importante de la vida, y que, llegado el momento de no estar codo a codo, fueran capaces de llevar esta distancia sin estridencias, tan sólo reconociendo que se había disfrutado en la experiencia conjunta y haber terminado con energías suficientes y deseos de provocar otro interminable o fugaz pero compartido momento.
Sigo buscando, pero al haberte conocido, sé que ya me queda una persona menos por encontrar...
Para todo aquel que encuentre en mi camino y me acompañe en este destino incierto.
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