“…-No creo que envíe esto a ningún sitio- respondió el pintor, echando hacia atrás la cabeza con aquel ademán singular que hacía que se burlasen de él sus amigos de Oxford-. No, no lo enviaré a ninguna parte.
Lord Henry levantó las cejas, mirándole con asombro a través de las finas espirales de humo azul que se entrelazaban fantásticamente al final de su cigarrillo impregnado de opio.
-¿Que no lo mandarás a ninguna parte? ¿Y por qué no, mi querido amigo? ¿Tienes alguna razón? ¡Qué hombres más extraños sois los pintores! Hacéis cualquier cosa para adquirir fama: en seguida que la habéis conseguido, parece como si quisierais deshaceros de ella. Es tonto por tu parte, ya que si hay en el mundo una cosa peor que la fama, es no tenerla…”
Lord Henry levantó las cejas, mirándole con asombro a través de las finas espirales de humo azul que se entrelazaban fantásticamente al final de su cigarrillo impregnado de opio.
-¿Que no lo mandarás a ninguna parte? ¿Y por qué no, mi querido amigo? ¿Tienes alguna razón? ¡Qué hombres más extraños sois los pintores! Hacéis cualquier cosa para adquirir fama: en seguida que la habéis conseguido, parece como si quisierais deshaceros de ella. Es tonto por tu parte, ya que si hay en el mundo una cosa peor que la fama, es no tenerla…”
El retrato de Dorian Gray
Oscar Wilde
No hay comentarios.:
Publicar un comentario