Morir llega a ser una apremiante necesidad
de independencia,
un último acto de intimidad,
el último de los encuentros con el cuerpo,
la última experiencia de pertenencia.
Después del instante de la muerte,
el muerto vuelve a ser de la familia,
del pueblo,
de la historia,
o del olvido,
y desaparece con su cuerpo
y con su ínfima biografía.
Fernando Contreras
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