miércoles, 31 de octubre de 2007

Uno de mi calle me ha dicho
que tiene un amigo que dice
conocer un tipo
que un día fue feliz.
Y me ha dicho que dicen, que dijo
que se tropezó en la calle
con un sueño y se entretuvo,
y desde entonces no estuvo
para nada
ni para nadie.
Y a salvo de su conciencia
estrenó nuevas sensaciones
y asombrado
comprobó que le iba bien.
Y me han dicho que dicen, que dijo
que recreándose en la suerte
de ese sueño que atrapó,
pegó un grito
y se escuchó
por primera vez.
Era un hombre como cualquiera:
Ignorado,
desorientado,
contaminado como cualquiera;
aburrido
desconocido
y poco atrevido donde lo hubiera.
Y dicen que creció de tal modo
que llegó a alcanzar las estrellas,
que se sonrió con razón
como lo hacen los bobos sin ella.
Y uno de mi calle me ha dicho
que han dicho las autoridades
que pasó el peligro,
que todo esta bajo control,
que se trataba de un caso aislado,
pero no obstante recomiendan
que se tomen precauciones,
que quien lo prueba una vez
sueña con reincidir
Si usted es un hombre como cualquiera:
Ignorado,
desorientado,
contaminado como cualquiera;
aburrido,
desconocido
poco atrevido donde lo hubiera,
no vaya usted a crecer de tal modo
que llegue a las estrellas,
que sonría con razón
como lo hacen los bobos sin ella.
Que uno de mi calle me ha dicho
que tiene un amigo que dice
conocer un tipo
que un día fue feliz.

martes, 30 de octubre de 2007

Mi historia

Si alguna vez me tuviste en alguna estima,
absténte de goces por un tiempo,
y en este mundo cruel exhala tu aliento dolorido
narrando mi historia...

viernes, 26 de octubre de 2007

Karma

“…Atención, pues, a la lección moral. Érase una vez, en el antiguo país de las fábulas, una familia integrada por un padre, una madre, un abuelo que era el padre del padre y el ya mencionado niño de ocho años, un muchachito. Sucedía que el abuelo ya tenía mucha edad, por eso le temblaban las manos y se le caía la comida de la boca cuando estaban a la mesa, lo que causaba gran irritación al hijo y a la nuera, siempre diciéndole que tuviera cuidado con lo que hacía, pero el pobre viejo, por más que quisiera, no conseguía contener los temblores, peor aún si le regañaban, el resultado era que siempre manchaba el mantel o el suelo al dejar caer la comida, por no hablar de la servilleta que le ataban al cuello y que era necesario cambiarla tres veces al día, en el desayuno, al almuerzo y a la cena. Estaban las cosas así y sin ninguna expectativa de mejoría cuando el hijo decidió acabar con la desagradable situación. Apareció en casa con un cuenco de madera y le dijo al padre, A partir de ahora comerá aquí, sentado en el patio que es más fácil de limpiar para que su nuera no tenga que estarse preocupando con tantos manteles y tantas servilletas sucias. Y así fue. Desayuno, almuerzo y cena, el viejo sentado solo en el patio, llevándose la comida a la boca conforme era posible, la mitad se perdía en el camino, una parte de la otra mitad se le caía por la boca abajo, no era mucho lo que se le deslizaba por lo que el vulgo llama el canal de la sopa. Al nieto no parecía importarle el feo tratamiento que le daban al abuelo, lo miraba, luego miraba al padre y a la madre, y seguía comiendo como si nada tuviera que ver con el asunto. Hasta que una tarde, al regresar del trabajo, el padre vio al hijo trabajando con una navaja un trozo de madera y creyó que, como era normal y corriente en esas épocas remotas, estaría construyendo un juguete con sus propias manos. Al día siguiente, sin embargo, se dio cuenta de que no se trataba de un carro, por lo menos no se le veía el sitio donde se le pudieran encajar unas ruedas y entonces preguntó, Qué estás haciendo. El niño fingió que no había oído y siguió excavando en la madera con la punta de navaja, esto pasó en el tiempo que los padres eran menos asustadizos y no corrían a quitar de las manos de los hijos un instrumento de tanta utilidad para la fabricación de juguetes. No me has oído, qué estás haciendo con ese palo, volvió a preguntar el padre, y el hijo, sin levantar la vista de la operación respondió, Estoy haciendo un cuenco para cuando seas viejo y te tiemblen las manos, para cuando tengas que comer en el patio, como el abuelo…”

Todas las muertes

“…Porque cada uno de vosotros tenéis vuestra propia muerte, la transportáis en algún lugar secreto desde que nacéis, tú le perteneces, Y los animales, y los vegetales, Supongo que a ellos les pasará lo mismo, Cada cual con su muerte, Así es, Entonces las muertes son muchas, tantas como seres vivos existieron, existen y existirán, En cierto modo, sí, Te estás contradiciendo, exclamó el aprendiz de filósofo, Las muertes de cada uno son muertes, por decirlo así, de vida limitada, subalternas, mueren con aquel a quien mataron, pero sobre todas habrá otra muerte mayor, la que se ocupa del conjunto de seres humanos desde el alborear de la especie, Hay por tanto una jerarquía, Supongo que sí, Y para los animales, desde el más elemental protozoo hasta la ballena azul, También, Y para los vegetales, desde las diatomeas a la secuoya gigante, ésta antes citada en latín por el tamaño, Según lo que creo saber, les pasa lo mismo a todos, O sea, cada uno son su muerte propia, personal e intransmisible, Sí, Y después otras dos muertes generales, una para cada reino de la naturaleza, Exacto, Y ahí se acaba la distribución jerárquica de las competencias que tánatos delega, preguntó el aprendiz de filósofo, Hasta donde mi imaginación alcanza, todavía veo otra muerte, la última, la suprema, Cuál, La que tendrá que destruir el universo, esa que realmente merece el nombre de muerte, aunque cuando esto suceda ya no haya nadie para pronunciarlo, lo demás de lo que hemos estado hablando no dejan de ser pormenores ínfimos, insignificancias, Por tanto, la muerte, la muerte no es única, concluyó innecesariamente el aprendiz de filósofo, Es lo que ya estoy cansado de explicarte, Es decir, una muerte, la que es nuestra, ha suspendido su actividad, las otras, las de los animales y los vegetales, siguen operando, son independientes, cada una trabajando en su sector, Ya estás convencido, Sí, Entonces vete por ahí y anúncialo a la gente, dijo el espíritu que pairaba sobre las aguas del acuario. Y fue así como la polémica empezó…”


Las intermitencias de la muerte
José Saramago

domingo, 14 de octubre de 2007

Canción de Alicia en el país

Quién sabe Alicia este país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas
¿dónde más vas a ir?

Y es que aquí, sabes
el trabalenguas trabalenguas
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó el juego que te hacía feliz.

No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño se acabó.
Ya no hay morsas ni tortugas
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna.
Estamos en la tierra de nadie, pero es mía.
Los inocentes son los culpables, dice su señoría.
el Rey de espadas.

No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder,
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos
piensan volver
a nublarnos el camino.

Estamos en la tierra de todos, en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia.

Se acabó ese juego que te hacía feliz.
Cuento con las alas del mar
si no encuentro un ser humano que me pase a buscar
simpre tiemblo y vuelvo a temblar
no me mires, no me toques si me pongo a gritar
muy bien, yo salgo a bailar
en medio de los coches y, oh! no!
yo sueño que soy yo
yo muero de odio
por que me dicen lo que tengo que hacer?
el se convirtio en superstar
el telefono no para, no para de llamar
por la noche vino el doctor,
su enfermera Mary Poppins y el deshollinador
tu tienes cuerpo de fusil
yo estoy siempre a punto de estallar, no!
yo sueño que soy yo
yo muero de odio
por que me dicen lo que tengo que hacer?
no quiero ver el sol quiero ver el sol
quiero hacerlo
no me hagas daño ni me des amor
por lo menos hoy quiero hacerlo
cuento con las alas del mar
si no encuentro un ser humano que me pase a buscar
ya no puedo verme llorar
es de noche y se hace tarde
yo te espero en el bar.
 

viernes, 12 de octubre de 2007

¿Qué importa?

¿Qué importa cuánto peso?
Tu no me cargas en la espalda
¿Qué importa cuánto mi talla?
No eres quien hace mi ropa
¿Qué importa cuánto mido?
Nunca me llevas en tu bolsillo
¿Qué importa el color de mis dientes?
Lo importantes es que sonrío
¿Qué importan las facciones de mi rostro?
Si nunca me miras a los ojos
¿Qué importa de qué color pinte el olvido?
Ese color es siempre mío.

-AnnaWo

martes, 9 de octubre de 2007

Este soy yo

Este soy yo, un pequeño animal llamado hombre, un ápice de materia vital, setenta y cinco kilos de carne, sangre, nervios, tendones, huesos y cerebro, todo ello blando y tierno, susceptible al dolor, falible y frágil... Hundo la cabeza cinco minutos en el agua y me ahogo, caigo de una altura de seis metros y me aplasto. Soy una criatura a merced de la temperatura. El termómetro desciende unos cuantos grados y mis dedos y mis orejas se ennegrecen y se caen... Soy débil, frágil, una brizna de vida latente y gelatinosa, eso es lo que soy. A mi alrededor se alzan las grandes fuerzas de la naturaleza, amenazas colosales, titanes de la destrucción, monstruos carentes de sentimientos. No sienten el menor interés por mi. No me conocen. Son inconscientes, despiadados e inmorales. Ciclones y tornados, rayos y tormentas, mareas y resacas, corrientes y torbellinos, huracanes y tifones, terremotos y volcanes, olas gigantescas que saltan sobre los navíos más altos reduciendo a pulpa a los seres humanos... Son monstruos insensatos que ignoran a esta criatura toda nervio y debilidad que los hombres conocen por Jack London y que se tiene por una persona decente y por un ser superior.

domingo, 7 de octubre de 2007

El punto infinito

“Fue entonces cuando vi el Péndulo.

La esfera, móvil en el extremo de un largo hilo sujeto de la bóveda del coro, describía sus amplias oscilaciones con isócrona majestad.

Sabía, aunque cualquiera hubiese podido percibirlo en la magia de aquella plácida respiración, que el período obedecía a la relación entre la raíz cuadrada de la longitud del hilo y ese número p que, irracional para las mentes sublunares, por divina razón vincula necesariamente la circunferencia con el diámetro de todos los círculos posibles, por lo que el compás de ese vagar de una esfera entre uno y otro polo era el efecto de una arcana conjura de las más intemporales de las medidas, la unidad del punto de suspensión, la dualidad de una dimensión abstracta, la naturaleza ternaria de p, el tetrágono secreto de la raíz, la perfección del círculo.

También sabía que en la vertical del punto de suspensión, en la base, un dispositivo magnético, comunicando su estímulo a un cilindro oculto en el corazón de la esfera, garantizaba la constancia del movimiento, artificio introducido para contrarrestar las resistencias de la materia, pues no sólo era compatible con la ley del Péndulo, sino que, precisamente, hacía posible su manifestación, porque en el vacío, cualquier punto material pesado, suspendido del extremo de un hilo inextensible y sin peso, que no sufriese la resistencia del aire ni tuviera fricción con su punto de sostén, habría oscilado en forma regular por toda la eternidad…

…la Tierra giraba, pero el sitio donde estaba anclado el hilo era el único punto fijo del universo.

Por tanto, no era hacia la Tierra adonde se dirigía mi mirada, sino hacia arriba, allí donde se celebraba el misterio de la inmovilidad absoluta. El Péndulo me estaba diciendo que, siendo todo móvil, el globo, el sistema solar, las nebulosas, los agujeros negros y todos los hijos de la gran emanación cósmica, desde los primeros eones hasta la materia más viscosa, un solo punto era perno, clavija, tirante ideal, dejando que el universo se moviese alrededor. Y ahora yo participaba en aquella experiencia suprema, yo, que sin embargo me movía con todo y con el todo, pero era capaz de ver Aquello, lo Inmóvil, la Fortaleza, la Garantía, la niebla resplandeciente que no es cuerpo ni tiene figura forma peso cantidad o calidad, y no ve, no oye, ni está sujeta a la sensibilidad, no está en algún lugar o en algún tiempo, en algún espacio, no es alma, inteligencia, imaginación, opinión, número, orden, medida, sustancia, eternidad, no es tinieblas ni luz, no es error y no es verdad…”

El péndulo de Foucalt
Umberto Eco

sábado, 6 de octubre de 2007

La isla que somos

Como ni la historia de su cultura, ni su educación como sistema de propósitos le ofrece una valiosa imagen de sí mismo como hombre o como nación, carece de impulsos y de metas; de ambiciones a las cuales aplicar su voluntad. Todo lo contrario, no le importa tener poco, hacer a medias lo que se propuso, con tal de ahorrar esfuerzos. Bien está la abundancia, la riqueza, si la buena suerte ayuda, nunca con el sacrificio de los buenos ratos de ocio, nunca corriendo sin aliento en busca de las cosas. El europeo que vemos amasando una fortuna habiendo llegado al país "en alpargatas", "con una mano delante y otra atrás", —según la realista expresión de nuestro pueblo— no mueve a envidia a nadie, ni a emulación. ¿Crear riqueza, levantar con enormes esfuerzos una empresa productiva, sacrificando horas de sueño, de ocio, de diversión, de charla, de comida? Sólo pensar que nuestro empeño ha de servir mejor a nuestros descendientes que a nosotros mismos, nos desalienta, nos quita el ánimo. Buscamos el éxito rápido, seguro, pero sin esfuerzo, aunque nuestro provecho sea limitado: tenemos sicología de pulperos, se ha dicho.

miércoles, 3 de octubre de 2007

El guerrero pone en juego su porpia vida para aumentar el prestigio de la horda, del clan al cual pertenece. Y, de ese modo, prueba brillantemente que la vida no es el valor supremo para el hombre,sino que debe servir a fines mas importantes que ella misma.
El hombre se eleva sobre el animal al arriesgar la vida, no al darla: por eso la humanidad acuerda superioridad al sexo que mata y no al que engendra.
 
Simone de Beauvoir 

lunes, 1 de octubre de 2007

Cat's in the craddle

Verse 1

My child arrived just the other day Came to the world in the usual way But there were planes to catch and bills to pay He learned to walk while I was away He was talkin' 'fore I knew it And as he grew he said, "I'm gonna be like you, Dad, You know I'm gonna be like you."

Chorus

And the cat's in the cradle and the silver spoon, Little boy blue and the man 'n the moon. "When you comin' home?" "Son, I don't know when. We'll get together then. You know we'll have a good time then."

Verse 2

Well, my son turned ten just the other day. He said, "Thanks for the ball, Dad. Come on, let's play. Could you teach me to throw?" I said, "Not today. I got a lot to do." He said, "That's okay."
And he walked away and he smiled and he said, "You know, I'm gonna be like him, yeah. You know I'm gonna be like him."

Chorus

Verse 3

Well, he came from college just the other day, So much like a man I just had to say, "I'm proud of you. Could you sit for a while?" He shook his head and he said with a smile, "What I'd really like, Dad, is to borrow the car keys. See you later. Can I have them please ?"

Chorus

Verse 4

I've long since retired, my son's moved away. I called him up just the other day. "I'd like to see you, if you don't mind." He said, "I'd love to, Dad, if I could find the time. You see my new job's a hassle and the kids have the flu, But it's sure nice talkin' to you, Dad. It's been sure nice talkin' to you." And as I hung up the phone it occurred to me, He'd grown up just like me. My boy was just like me.

Chorus

Ugly Kid Joe