La abstracción del paisaje desierto me purificaba y hacía que mi espíritu llenara con el vacío su superflua grandeza, una grandeza conseguida, no por la adición del pensar a su vacuidad, sino por su substracción. En la debilidad de la vida terrena se reflejaba la fortaleza del cielo, tan vasto, tan hermoso, tan poderoso.
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