sábado, 1 de diciembre de 2007

Silencio

“…De innumerables artimañas se sirve la Naturaleza para convencer al hombre de su finitud; el fluir incesante de la marea, la furia de la tormenta, la sacudida del terremoto, el largo retumbar de la artillería del cielo…, pero entre todas ellas la más temible, la más estremecedora, es la pasividad del silencio blanco. Todo movimiento cesa, el aire se despeja, el cielo se vuelve de latón, el más ligero murmullo parece un sacrilegio, y el hombre asusta y se intimida ante el sonido de su propia voz. Único átomo de vida en la vastedad de un mundo muerto tiembla ante su propia audacia y cae en la cuenta de que es una quimera y nada más. Extraños pensamientos surgen entonces, sin que nadie requiera su presencia, y el misterio de las cosas pugna por darse a conocer. El temor a la muerte, a Dios, al Universo, se apodera de él, y junto con el temor, la esperanza en la resurrección y en la vida, el deseo de la inmortalidad, el vano afanarse de la esencia aprisionada. Esa es la ocasión, si es que hay alguna en la vida, en que el hombre camina solo con su Dios…”

El silencio blanco
Jack London

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